*~Dentro de la Pirámide~*

Observaba estupefacta aquella escena, mientras las lagrimas fluian con desesperacion. Su respiracion era agitada, sin embargo, no podia hacer nada, tan solo gritar, pero... pero no iba a hacerlo, ¿Que tal si aquella bestia se la desquitaba con ella?. La cobardia e inutilidad reinaban en ella, cerro los ojos liberando un sollozo, ladeando la cabeza con violencia, incapaz de seguir viendo.

Finalmente, extrajo la columna de la joven en su totalidad dándole así su muerte. Observó con curiosidad la columna de la joven y dejo caer el cadáver a los pies de la rapidash, antes de salir de ahí con su nueva adquisición.

La bellossom sufría por su ojo perdido, la vulpix lloraba aterrada, pero por sobre todo resignada, el cadáver de la glaceon yacía frente a los pies de Caroline y las otras dos chicas que permanecían atadas en las sombras, lloraban en silencio.

Aun seguia con la cabeza ladeada y los ojos cerrados cuando el cadaver fue lanzado a sus pies. Se estiro un poco para empujarlo con sus pies y alejarlo un poco. Libero un sollozo lo que la llevo a quebrar en llanto. Se sentia totalmente inutil al no poder ayudado a aquella chica.

—Todas vamos a morir... todas vamos a morir... todas vamos a morir... —comenzó a repetir la vulpix una y otra vez como un estado de shock.

Al rededor de cuatro horas después, la puerta se abrió nuevamente, dejando ver al kabutops, quien traía en su poder los cuerpos inconscientes de una seaking y una flygon, a las cuales encadeno con toda tranquilidad, pues las pobres no tenían ni idea de lo que vivirían al despertar.

—Todas vamos a morir... todas vamos a morir... —la vulpix no había parado de decir eso, aunque prácticamente ya no tenia voz.

Una vez que las chicas estaban atadas, el kabutops miró a su alrededor y caminó hasta la rapidash, tomándola del cabello y liberándola, para comenzar a arrastrarla entre la sangra y suciedad que había en el suelo del lugar, sacándola de aquella cámara para llevarla a otra habitación mas iluminada. La obligó a aspirar algo, lo cual dejo a la rapidash inconsciente nuevamente y una vez que ella no tenia conciencia, la llevó a una tercera habitación, en la que la encadenó tal y como había hecho con la ninetales (colgando de los brazos).

Aquella habitación parecía un congelador, la temperatura era de -20º y Caroline se encontraba atada al centro de cuatro postes delgados conectados cada uno a una pequeña manguera.

Su cuerpo comenzo a temblar de tanto frio, y desperto a causa de eso. Levanto su cabeza mirando hacia el frente, no veia absolutamente nada. Miro alrededor, no sentia el suelo bajo sus pies, tiritaba y su cuerpo no dejaba de temblar. Intento producir calor desde su interior, pero no lo logro, el frio era demasiado.

—Y ahora donde estoy? —Pregunto en general.

El vapor generado por el frió impedía que la rapidash notara que frente a ella se encontraba una laefeon de largo y brillante caballera dorada, con la ropa desgarrada y atada a unas cadenas, curiosamente era una laefeon que ella conocía y cuyo aspecto había sido espantoso la ultima vez que la vio.

Katie abrió sus ojos y de inmediato sintió una punzada de dolor en diferentes partes de su cuerpo, lo que la llevo a moverse. Una vez que se movió, las luces se encendieron y una de las muñecas de la rapidash se libero mientras la otra se aprisiono con mas fuerza. La luz les permitió ver a ambas chicas las condiciones en las que estaban y los objetos que había a su alrededor.

Junto a Caroline, al lado de su brazo libre, se encontraba una balanza y un cuchillo, frente a ella había una especie de caja y desde luego, la laefeon, quien se encontraba de pie atada a diferentes cadenas, pero a diferencia de la rapidash, sus cadenas no la apresaban de forma tan simple, pues cada cadena tenia una gruesa argolla, enterrada en la piel de la chica. Las palmas de sus manos estaban enganchadas por esas cadenas, atravesando sus manos, tenia cadenas enganchadas de esa manera a sus tobillos, sus hombros, sus piernas, sus rodillas y una mas enganchada a su mandíbula inferior, lo que le impedía hablar. Al rededor de su cintura, tenia una especia de placa metálica con púas sujetas a su caja torácica.

En un muro a un lado de ellas, había una especie de pizarra con un enorme texto escrito con sangre, el cual decía:

Hola chicas, hoy jugaremos un juego, las reglas a seguir son simples y el resultado en caso de no seguirlas será la muerte, como pueden ver, cada una de ustedes esta atada de una manera en particular y de la muerte de una dependerá la supervivencia de la otra, aunque con un error de su parte, ambas podrían morir. La laefeon esta atada a unas cadenas, y un mecanismo en su caja torácica, mientras que tu rapidash, estas atada de una de tus muñecas y frente a ti esta una caja con una llave, lo que deberán hacer es simple.

Tu rapidash, te he liberado una mano porque junto a ti hay una balanza y un cuchillo. La balanza entre mas se incline, mas acercara la caja con la llave hacia ti, usa tu imaginación para lograr inclinar la balanza y obtener la llave que te libera de esa cadena.

Tu laefeon, todo lo que debes hacer es quitarte cada una de las cadenas que te aprisionan, una vez que lo hagas, el dispositivo frente a tu compañera se activara, congelandola completamente y liberándote de tu tortura, pero hazlo rápido, pues si la rapidash se libera primero, el dispositivo enganchado a tu caja torácica se activara partiéndote por la mitad. Es su decisión, vivir o morir.

Miro a la laefeon con incredulidad, no esperaba encontrarla alli. Leyo la pizarra unas cuantas veces y busco algo con que bajar la balanza. No tenia nada al alcance, y no se las ideaba en como poder bajarla. Observo como Katie comenzaba ya a sacar varias argollas, y ella seguia buscando con que demonios bajar la balanza. No caia en la cuenta. Volvio a leer la pizarra, esta vez con mas atencion, intentando ver como podia bajarla.

Katie no estaba dispuesta a morir, no, era algo que no iba a permitir y aunque cada que se quitaba una argolla, su piel se desgarraba y sangraba, tenia que salir de ahí y tenia que hacerlo aunque tuviera que soportar aquel agonizante dolor. Las primeras argollas que quito fueron las de sus manos, lo cual la hizo gritar de dolor llevándola a las lagrimas.

Observo intercaladamente la pizarra, el cuchillo... Trago saliva. Lo unico que tenia a mano era... ella misma. Debia lanzarle un trozo de carne a la balanza para bajarla, y con la mala punteria que tenia, seguramente terminaria mutilada antes de bajar la balanza. Dio un suspiro y tomo el cuchillo. Cerro los ojos y observo su brazo que aun permanecia colgado. Comenzo a enterrar lentamente el cuchillo en su piel, resistiendo las ganas de gritar, pues sabia que si lo hacia rapido el pedazo caeria.

Al tener sus manos libres, jalo las cadenas que estaban enganchadas a sus hombros, lo cual le causo aun mas dolor. Su cuerpo ardía y su sangre fluía, aquello era algo enfermizo y si lograba salir de ahí con vida, quizás no lograría soportarlo, pues podría morir desangrada. Con cada cadena que se quitaba, era un grito de dolor, pues se estaba desgarrando mas piel de la necesaria debido a su desesperación.

Termino de cortar aquel pedazo de carne y volvio a dejar el cuchillo en su lugar. Con cuidado tomo el trozo, pero en un mal movimiento, este se le resbalo y por poco cae, si no lo hubiera agarrado con sus dientes. Dibujo una mueca de asco, lo tomo y lo lanzo. Aquel trozo salio volando de forma patetica para cualquier lado. Dio un suspiro sintiendo la sangre correr. Observo su entrepierna, y tomando el cuchillo se torcio un poco para cortarse de esa forma, sin que el trozo de carne se le cayera, pero la llevo a dar un grito de dolor, al momento en que su luna que estaba en su chapita emitia un brillo azul, qu desaparecio al instante.

Katie levanto la mirada y se inquieto al ver lo que la rapidash hacia, no podía permitirlo, si ella encontraba su llave, entonces aquella cosa en su pecho la mataría. Movió sus pies buscando liberarse de las cadenas en sus tobillos, pero en cuanto se quito una, lanzo un desgarrador grito de dolor.

Caroline sintio sus lagrimas fluir, gruesas lagrimas de dolor. Seguia cortando aquello, y al terminar, dejo el cuchillo nuevamente en su lugar, para tomarlo. Pero algo paso que al tomarlo, este cayo inerte al suelo, lo que la hizo llorar mas. Volvio a tomar el cuchillo y siguio con su obra, perdiendo cada vez mas sangre. Si seguia haciendolo seguramente quedaria inconciente en poco tiempo.

Katie respiró agitadamente tratando de recuperar el valor y la fuerza para arrancarse de su segundo tobillo la argolla, pues el primero había sido realmente doloroso. Comenzó a mover su pie mientras derramaba amargas lagrimas de desesperación, incapaz de herirse nuevamente, por lo que pensó en arrancarse ahora una de la rodilla.

Pasado el tiempo, Katie ya tenia la mitad de las argollas quitadas, pero ella aun no lograba atinarle a la balanza. Lloraba a lagrima viva, pero en silencio, y cada corte era una tortura. Sus piernas estaban masacradas al igual que su vientre y brazos. Su rostro estaba totalmente manchado de sangre, al igual que su cabello. Emitio un sollozo fuerte y repentino al imaginar que no podria salir de ahi. Ya no tenia fuerzas para nada, no podia seguir lastimandose, o finalmente terminaria muriendo, no queria morir, no podia morir y dejar a todos los seres que amaba.

Katie estaba cerca de liberarse, solo le faltaban tres cadenas mas y seria libre, aunque eso activaría el mecanismo que rodeaba a Caroline y la congelaría, pero lo cierto era que aquello no le importaba, aun la odiaba y la odiaría siempre, así que no le importaba que la rapidash muriera siempre y cuando ella se liberara.

Caroline sintio su vista perderse poco a poco, estaba quedando inconciente. Con el ultimo esfuerzo que tenia y mientras las lagrimas se mezclaban con su propia sangre, corto un pedazo de carne bien ancho de su antebrazo, el que permanecia colgado. Era tanto el dolor que sentia que ya se habia acostumbrado. Sabia que si quedaba inconciente no despertaria, por lo que ese tenia que ser el tiro de gracia. Dejo caer el cuchillo al suelo, y tomo con su ensangrentada mano aquel ultimo pedazo de agonia, que pendia peligrosamente de su brazo. Ya no tenia oportunidad, si no le atinaba a este, moriria. "Lo lamento Katie; Pero yo si tengo una razon por la cual vivir". Miro la balanza unos segundos y sin detenerse a pensarlo, lanzo aquello. Aquel trozo de carne cayo en seco en la balanza, consiguiendo bajarla.

La balanza bajó lo suficiente como para acercar la caja con la llave lo suficiente para que Caroline la tomara. En cuanto Katie observó aquello tironeó de su pie para liberar su tobillo de aquella cadena, solo le faltaba la que se encontraba en su quijada, solo esa. Comenzó a tirar de ella con cuanta fuerza le quedaba, pero la rapidash abrió el cerrojo de la cadena que la sujetaba y el mecanismo en el pecho de Katie se abrió emitiendo un espantoso sonido, pues se había abierto repentinamente destrozando su piel, carne y huesos de su caja torácica, haciéndola caer al suelo completamente desangrada. Su peso al caer hizo que parte de su quijada se dislocara, dejándola colgando con un aspecto perturbador.

Cerro los ojos cuando abrio el cerrojo y se estremecio al oir a Katie, pero fue lo ultimo que oyo, ya que quedo inconsciente luego de eso.

***Desde las montañas***

—CAROLINE!! —gritó Edward al ingresar al interior de la montaña, mirando en todas direcciones mientras corría por los pasillos del lugar.

Demian, Alphonse y Draco le seguían el paso, cada uno mas confundido que el otro, pues no sabían que diablos le pasaba al combusken. Entre mas avanzaban, un hedor a sangre putrefacta invadió el olfato de los chicos, pero aun así Edward no dejaba de correr.

El combusken comenzó a intentar derribar la puerta que la separaba de su amada. Ardía en rabia y al no poder abrirla, la calcinó en su totalidad sin problema alguno. Al entrar notó el frío y un aroma extraño a carne congelada y el vapor del frío impedía ver mas allá.

—Que diablos es esto? —preguntó Demian cubriendo su nariz para evitar sentir aquel hedor.

Se escucho un golpe seco luego de un ruido de cadenas. Un pequeño hilo de sangre avanzo hasta los pies del combusken, revelandole el camino hasta donde su amada habia caido, ademas, entre el frio y la oscuridad un destello azul se podia ver unos metros mas alla.

Edward bajo su mirada descubriendo aquel hilo de sangre. Negó con la cabeza y se interno en aquella habitación.

—Edward... —murmuró la voz nerviosa de Demian. El combusken volteó y miró lo que Demian le señaló.

Edward tragó saliva al encontrar el inquietante cadáver de Katie y sintió un nudo formarse en su garganta al pensar en Caroline. Su respiración se aceleró y comenzó a avanzar nervioso siguiendo aquel rastro de sangre que se hacia mas grueso conforme se acercaba. Al avanzar notó una figura familiar en el suelo. Edward sintió que el nudo en su garganta se hacia mas grueso y sofocante al ver a su amada rapidash en el deplorable y espantoso estado en el que se encontraba.

—Caro... Caroline! —exclamó acercándose a ella, sintiéndose terrible al verla en esas condiciones.

La joven rapidash estaba en muy mal estado. Perdia mucha sangre a cada segundo, y su piel ya no tenia color alguno, era blanca como la nieve, pues podian verse las venas debajo de su piel. Las heridas estaban totalmente infectadas. La chica estaba ojerosa y su cabello poco a poco iba perdiendo luminosidad.

Draco fue el siguiente que se acerco, y al ver a la rapidash se alarmo. —Santa madre!! —Exclamo. —Debemos sacarla de aqui ahora —Agrego, arrodillandose frente a la chica.

Edward asintió y la tomó tan delicadamente como le fue posible entre sus brazos —Tranquila linda, te pondrás bien —le dijo a Caroline dispuesto a salir de ahí, pero repentinamente sintió un dolor en su espalda, alguien lo había herido, haciéndole un largo corte.

Draco observo al atacante de Edward poniendose de pie. Era aquel Kabutops.

—Ah con que tu eras el loco verdad? —Dicho esto dio un fuerte puñetazo al pokemon tomandolo desprevenido. —Vayanse al arrecife y curen sus heridas, yo lo distraigo! RAPIDO!! CARO NO RESISTIRA MUCHO TIEMPO! —Grito, enrollando su cola con fuerza a uno de los pies del kabutops y dandole contra uno de los postes.